GOBERNANZA GLOBAL


El tema de la gobernanza mundial aparece en el contexto de la llamada mundialización. Ante la aceleración de las interdependencias – a escala mundial – entre las sociedades humanas y también entre la humanidad y la biosfera, la “gobernanza mundial” sirve para definir la elaboración de reglas en esta escala.

El fin de la Unión Soviética en 1991 marcó el final de un largo periodo de la historia internacional, considerado de “equilibrio”. Después de este acontecimiento histórico el planeta se encuentra en una fase de ruptura geoestratégica. El modelo de “seguridad nacional”, por ejemplo, aunque continúa siendo válido para la mayoría de gobiernos, deja lugar progresivamente a una consciencia colectiva emergente que va más allá de ese marco estricto. Hasta comienzos de los años ochenta, la cuestión de la gobernanza mundial no era tenida en cuenta. El término usado era el de interdependencia para definir la gestión de las relaciones entre estados. En el contexto posterior a la guerra fría, una nueva visión aparece a lo largo de esa década, a partir de un conjunto de cuestiones:

  • Aumento de interés en el tema de la mundialización y debilitamiento progresivo de los Estados-nación, que da lugar, por lógica, a una perspectiva de desplazamiento hacia el nivel mundial de herramientas de regulación que han perdido eficacia a escala nacional o regional.
  • Intensificación de la inquietud relativa al medio ambiente mundial, que recibe una sanción multilateral con ocasión de la cumbre de la Tierra en Río (1992). Los temas del clima y de la biodiversidad, que son tratados en prioridad en esta ocasión, representan un enfoque nuevo, que será conceptualizado con la expresión de Bien público mundial
  • Emergencia de conflictos normativos (comercio y medio ambiente, comercio y derechos sociales comercio y sanidad pública), que, además de alargar los debates clásicos sobre los efectos sociales de las políticas de estabilización macroeconómica, destapan la cuestión del arbitrio entre objetivos igualmente legítimos en un sistema de gobernanza sectorial en el que los grandes temas de la interdependencia se confían a una institución internacional especializada. Estos conflictos, aunque a menudo son limitados, gozan de un gran alcanza simbólico puesto que relevan la cuestión de los principios y las instituciones de arbitraje.
  • Mayor cuestionamiento, por último, de las normas e instituciones internacionales, por parte de los países en desarrollo que, habiéndose esforzado por integrar la economía mundial, tienen dificultades para aceptar que los países industrializados mantengan el poder y den privilegio a sus propios intereses, y por parte de una sociedad civil para quien el sistema de gobernanza internacional se ha convertido en el verdadero centro de poder, y que se rebela al mismo tiempo contra sus principios y sus procedimientos. Si estas dos críticas a menudo son opuestas en sus hipótesis y objetivos, pueden coincidir para desafiar la posición dominante de los países desarrollados y de las grandes organizaciones, como lo ha demostrado simbólicamente el fracaso de la Conferencia Ministerial de la OMC en Seattle (1999).

Más información: Andreani, Gilles;Gouvernance globale : origines d'une idée ; « Politique étrangère », nº 3, 2001, pp. 549-568.

Una definición simple y extensa de la gobernanza mundial, utiliza este término para referirse al conjunto de reglas de organización de las sociedades humanas a escala planetaria. Es como un contrato mundial para reglas entre los países y continentes.

  • ¿En qué contexto se puede hablar de gobernanza mundial?

Para algunos el futuro de la arquitectura mundial pasa por el establecimiento de un sistema de gobernanza mundial. Pero hoy en día la ecuación se complica considerablemente: mientras que hace un tiempo, se trataba principalmente de regular y limitar el poder de los Estados para evitar los desequilibrios y la ruptura del statu quo, el desafío actual de la gobernanza mundial consiste en tener un mayor peso colectivo sobre el destino del mundo mediante el establecimiento de un sistema de regulación de estas numerosas interacciones que superan la posibilidad de acción de los Estados. Por el contrario, la homogeneización política del planeta, gracias a la aparición de la llamada democracia liberal, que se declina en formas diferentes, parece facilitar el establecimiento de un sistema de gobernanza mundial que supera el laissez-faire del mercado y la paz democrática imaginada originalmente por Immanuel Kant, y que puede considerarse una especie de laissez-faire geopolítico.

  • ¿Por qué hablar de gobernanza mundial?

- Debido a la heterogeneidad de las preferencias, a pesar de la globalización a menudo vista como un proceso de homogeneización implacable. Americanos y europeos lo ilustran así: hay poca convergencia entre ellos en relación a la división entre ámbito público y privado, tolerancia de las desigualdades y demanda de redistribución, actitud frente el riesgo, o definición de los derechos de propiedad. En algunos casos, incluso, la globalización actúa como un factor que acentúa las diferencias, más que como una fuerza de homogeneización.

- Debido al aumento de los problemas mundiales. Ejemplo de ello son las alertas sobre el medio ambiente mundial, pero no solamente. Este aumento provoca el desplazamiento de las prioridades de integración de la gestión de las relaciones bilaterales hacia la organización de la acción colectiva. El resultado es un nuevo modelo de representación y gestión de la interdependencia, que tiende a aplicarse a un número cada vez mayor de ámbitos.

- Para acabar, el último hecho destacable es la aparición de una conciencia cívica mundial, en parte integrada por una crítica frente a la globalización. Cada vez son más los movimientos y organizaciones que establecen su discurso a escala internacional o mundial. A pesar de sus limitaciones, esta tendencia es claramente una respuesta lógica al aumento de las cuestiones sobre la gobernanza mundial. Ya no se puede, finalmente, ni imaginar la economía mundial como una entidad en vías de rápida uniformización, ni tampoco conservar una visión tradicional calcado, económicamente, de los principios del tratado de Westfalia. Hace falta situar la reflexión en dos dimensiones: la integración (menos completa de lo que parece); y la solidaridad de un destino común.

  • ¿Crisis de la gobernanza mundial?

Pierre Jacquet, Jean Pisani-Ferry, y Laurence Tubiana, afirman que "Para que la opción de la integración internacional sea sostenible, el pueblo debe poder sacar un provecho, los Estados ponerse de acuerdo sobre sus objetivos, y las instituciones responsables ser consideradas legítimas. Estas tres condiciones se cumplen sólo parcialmente."

Estos autores hablan de una "crisis de objetivos", un "desequilibrio" y un carácter inacabado de las instituciones internacionales. Así, respecto estas últimas, “se ha producido un desfase entre la naturaleza de los problemas que deben abordarse y la arquitectura institucional: esta última no refleja la jerarquía de los problemas actuales. Por ejemplo, el medio ambiente se ha convertido en un tema principal de preocupación y de negociación, pero no recibe un apoyo institucional comparable con su importancia."

Como resultado de múltiples trabajos realizados en varios continentes, varias escalas de gobernanza y áreas diferentes de acción pública, la Fondation Charles Léopold Mayer y sus socios, por su parte, han elaborado cinco principios que subyacen a la gobernanza . Los problemas de la gobernanza mundial pueden ser así analizados a la luz de estos principios.

  • Legitimidad y enracinamiento de la práctica del poder

Este principio establece que "hace falta que los pueblos generen un sólido consentimiento respecto la forma en que son gobernados, que las personas que ejercen la autoridad sean considerados dignos de confianza, que los límites impuestos a las libertades privadas sean tan pequeños como sea posible, y que surjan claramente de las necesidades del bien común; que la organización de la sociedad se asiente sobre un fundamento ético reconocido y respetado".

Es en el marco de un puñado de instituciones internacionales poco democráticas y sin una verdadera o completa legitimidad, que se toman decisiones muy importantes que afectan a la economía mundial, y ya no más a nivel de las instituciones representativas (estados o unidades territoriales menores cuyos dirigentes son elegidos directamente). Al mismo tiempo los esfuerzos de coordinación y de acción establecidos por estas instituciones (y específicamente por Naciones Unidas) se han mostrado insuficientes para suprimir o incluso reducir significativamente la pobreza, la injusticia y la desigualdad, o para llevar a cabo acciones para reducir la degradación medioambiental.

Según Jan Aart Scholte se produce un círculo vicioso entre desarrollo y legitimidad de las instituciones internacionales y de la gobernanza mundial. Este autor afirma que "(la) gobernanza mundial sigue siendo débil en su conjunto en comparación con las necesidades de la política pública mundial. Las lagunas en temas de moralidad, de fundamentos jurídicos, de suministros materiales, de reconocimiento democrático y de líderes carismáticos han creado un déficit de legitimidad de los regímenes existentes." A su vez, "esta frágil legitimidad constituye un obstáculo mayor para un crecimiento sustancial a escala mundial de las regulaciones necesarias para asegurar una vida decente para todos en un mundo globalizado. Las deficiencias y la falta de legitimidad de la gobernanza mundial, por lo tanto, son un impedimento para un refuerzo mutuo.

Según Pierre Calame, "las regulaciones actuales no están a la altura de las interdependencias (...) cualquier iniciativa orientada a fortalecer estas regulaciones no encontrará apoyo popular si la legitimidad de las iniciativas existentes ya está cuestionada. Y así es en efecto: las Naciones Unidas son vistas a menudo como una farsa costosa. Su legitimidad democrática es limitada, obstruida por el derecho de veto de algunos grandes países en el Consejo de Seguridad y la hipocresía del principio "un estado, un voto", que pretende poner en igualdad de condiciones a países como Nepal, Burkina Faso y EE. UU.. La misma crisis de legitimidad afecta al Banco Mundial y al FMI, que se convirtieron en práctica en herramientas de acción de los países ricos sobre los pobres. Se produce una proliferación de reglas internacionales dictadas por autoridades sin cara visible, sin mandato claro, sin instancias identificables para recurrir, lo cual no sólo socava la autoridad y la eficacia de estas normas, sino que también desacredita la pretensión de formular otras más adelante, incluso sobre temas en los que se pueda denunciar la ley de la selva y la proliferación de las injusticias."

Por un lado el problema se centra en la práctica real, especialmente a escala internacional, del marco normativo existente (convenios y leyes), como lo muestra Rolf Künemann. Aunque otras fuentes afirman que incluso algunas instituciones internacionales no respetan por sí mismos la Convención de los Derechos Humanos.

Por otro lado, los intentos de conceptualizar y generar nuevos derechos forman parte de un proceso de desarrollo teórico y normativo de la nueva gobernanza mundial que empieza a dibujarse. Un ejemplo entre otros, es el concepto de trabajo decente elaborado por la OIT y el derecho al agua, ampliamente defendido por la sociedad civil.

Por último, respecto al desarrollo de propuestas alternativas, el Foro por una Carta de las Responsabilidades Humanas sostiene que el papel jurídico secundario de la noción de responsabilidad supone un grave problema en el marco de un nuevo modelo de organización mundial que se base en el desarrollo sostenible en vez de en el productivismo y el crecimiento agresivos. En este sentido, un fundamento jurídico común debe ser usado para establecer la legitimidad necesaria. El establecimiento de este último puede basarse en tres pilares: la Carta de la ONU, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Carta de las Responsabilidades Humanas. Esta última sería un documento paralelo y complementario de los anteriores, compuesto por el conjunto de responsabilidades humanas a escala mundial, y sería el resultado de un proceso permanente de redacción participativa abierta a toda la ciudadanía.

  • Cumplimiento con el ideal democrático y ejercicio de la ciudadanía

En este segundo principio se sostiene que "hace falta que todos se sientan involucrados en el destino común, lo que impediría, por ejemplo, desarrollar una tiranía de la mayoría, permitiría un equilibrio entre derechos, poder y responsabilidades, y que ningún poder sea ejercido sin control".

La sociedad civil ha comprendido esta necesidad y ha trabajado durante años para dar voz a los ciudadanos. Según Vía Campesina "Escuchar la voz de la ciudadanía es la forma más segura de responder a sus necesidades. Y es la satisfacción de estas necesidades la que debe constituir el fundamento básico de la organización de la gobernanza mundial. El ejercicio de la ciudadanía, por lo tanto, es una condición necesaria para la creación de cualquier nuevo modelo de gestión planetaria."

La reforma de la gobernanza mundial en este sentido es inseparable de una reforma general de los aparatos de gobierno y del sector público, que, entre otras cosas, daría a la participación ciudadana una preponderancia en el proceso de toma de decisiones. La amplia revitalización de la democracia participativa que tuvo lugar durante las últimas décadas (participativo presupuesto participativo conferencias de ciudadanos, etc.) incluye también propuestas para lograr que la participación ciudadana sea el elemento fundamental en la toma de decisiones de las administraciones públicas. He aquí dos ejemplos: Iniciativa Ciudadana para la Cultura del Diálogo; la participación ciudadana en el proceso de reforma del Estado, y, Sire-Marin, Evelyne; Martelli, Roger; La république nouvelle sera démocratique et sociale

  • Competencia y eficacia

Según este tercer principio, "el diseño de las instituciones públicas y privadas, su modo de funcionamiento y las personas que hacen que éstas funcionen, deben demostrar su pertinencia, su competencia, su capacidad para responder eficazmente a las necesidades de la sociedad en su diversidad".

En este sentido, por falta de una forma de organización política de la comunidad mundial que sea coherente, responsable, eficiente y legítima, la lógica del mercado domina las relaciones internacionales y da lugar a una gobernanza mundial anárquica, irresponsable, ineficaz desde el punto de vista de la satisfacción de las necesidades sociales, y, por tanto, ilegítima desde un punto de vista político.

Según Pierre Calame y Gustavo Marin, "El mercado es una forma de intercambio, pero tenemos que definir su lugar, sus condiciones de legitimidad y eficiencia, al mismo nivel que el de otras formas de gobernanza. Debemos hacer todo lo necesario para poner el mercado en su lugar, para impedir que el trabajo y las personas sean tratadas como pura mercancía. Una prioridad actual es la fundamentación jurídica del ámbito de aplicación del mercado. Hace falta superar el reduccionismo de una visión ideológica de la economía que da al mercado un protagonismo excesivo en el marco del conjunto de intercambios humanos."

  • Cooperación y partenariado

Este cuarto principio afirma que "es necesario que todo el mundo pueda contribuir al bien común y que la gobernanza sirva para organizar las relaciones y la cooperación entre los diferentes tipos de actores, públicos y privados, entre las diferentes escalas de gobernanza, entre las administraciones, según unos procedimientos establecidos en común;

El aumento de la interdependencia en el mundo debe reflejar un aumento de las interdependencias en la organización de los servicios públicos, incluida la creación de formas inteligentes de asociación entre las instituciones públicas, actores de la sociedad civil entre sí, y de las primeras con las últimas. Hasta ahora la mayoría de las instituciones públicas actúan sin una verdadera interpenetración, es decir ya sea aisladas las unas de las otras, ya sea por mandato jerárquico, lo cual quiere decir sin utilizar la fuerza de toda su inteligencia colectiva. Va a hacer falta descubrir algunas reglas básicas para navegar por este nuevo mundo complejo que refleja la diversidad social. En este sentido, Pierre Calame ha hecho un intento de desarrollar normas comunes para las diferentes escalas de gobernanza, cuyo principio fundamental es el de la subsidiariedad activa

Por otra parte, encontrar soluciones para el grave problema de la desigualdad se ha convertido en el principal objetivo de la construcción de una gobernanza mundial legítima y, por tanto, democrática. En consecuencia, va a hacer falta establecer sistemas de solidaridad y de redistribución sólidos. Las propuestas de renta básica a escala de un solo país podrían aplicarse a escala mundial como propone, entre otros, la Fundación Mundial para la Renta Básica. Entre otras muchas propuestas de solidaridad y redistribución a nivel mundial se puede citar la renta básica de alimentación, el Plan Marshall Global y la propuesta de un plan mundial de pensiones.

  • Relaciones entre las escalas local y mundial de gobernanza

Hoy en día se puede plantear el problema de la articulación entre lo local y lo global, y entre niveles de gobierno, como parte de la construcción de una nueva gobernanza mundial, desde tres ángulos:

  • La articulación de las propias escalas de gobernanza.
  • La transformación interna del Estado y la evolución de su función en el marco general de la gobernanza.
  • La construcción de nuevas formas de convivencia entre los Estados y las instituciones públicas en general, que reflejen lo mejor posible las articulaciones reales entre las sociedades.

El establecimiento de una gobernanza mundial eficaz, diferente de un gobierno mundial uniformizado, revela el problema de su coexistencia con los estados, que deben aceptar la pérdida de partes importantes de su soberanía en favor de la escala mundial y también de otras escalas. Se tratar de conseguir una real articulación de las competencias y un funcionamiento interactivo entre todos estas escalas, de lo local a lo mundial. Para ello hace falta establecer reglas comunes, y para que éstas sean realmente democráticas las decisiones tomadas al nivel de la base deben convertirse en la única materia prima de trabajo de las escalas superiores, que deben asegurar la cohesión social hasta la escala mundial.

Algunos autores han conceptualizado el nuevo tipo de Estado que debe corresponder a una gobernanza más amplia y articulada en las diferentes escalas. Para Ulrich Beck, que defiende la idea de "Estado cosmopolita", "de la misma forma que un estado areligioso permite la práctica de varias religiones, un Estado Cosmopolita debería garantizar la coexistencia de las identidades nacionales y religiosas gracias al principio de tolerancia constitucional".

Otro autor sugiere la evolución del mundo actual hacia un "sistema de Estados posmodernos" con las siguientes características:

  • "La supresión de la distinción entre asuntos internos y asuntos exteriores;
  • La injerencia mutua en los asuntos internos (tradicionales) y la vigilancia recíproca;
  • La negativa a utilizar la fuerza como medio de resolución de conflictos y, por tanto, la codificación de normas de conducta autoaplicables;
  • La disminución progresiva de la importancia de las fronteras debido a la evolución del papel del Estado, y también la de misiles, satélites y vehículos motorizados;
  • La seguridad basada en la transparencia, la apertura recíproca, la interdependencia y la vulnerabilidad mutua."

Sin embargo, esto no garantiza que "el Estado nacional no sea llamado, en el futuro, a jugar un papel importante. Por el contrario, seguirá encarnando el destino colectivo de los pueblos, seguirá siendo, sin duda, el nivel principal de construcción de la cohesión social, la prestación de servicios públicos, el ejercicio del derecho y la justicia, la redistribución y la solidaridad. Sin embargo, un Estado construido sobre otras bases como una escala, ciertamente importante, de la gobernanza, aunque una escala entre otras, articulada a las demás."

Algunos autores han tratado también la construcción de la escala regional y la reforma del sistema de Naciones Unidas. Por ejemplo, Pierre Calame y Gustavo Marin consideran que "La arquitectura de la gobernanza mundial no puede concebirse sin una refundación de los propios estados-nación, sin una redefinición de su función, sus procedimientos y su relación con los demás órdenes políticos". Al mismo tiempo, argumentan que "es esencial apoyar el surgimiento de un ámbito regional, intermedio entre los Estados y el mundo." A su vez, el Consejo de Seguridad "debe ser un órgano compuesto por representantes de las regiones del mundo. Cada país de una región correspondiente asumirá su presidencia por rotación y, durante ese tiempo, la representación en las negociaciones internacionales".

Por último, una gobernanza mundial articulada y democrática comporta también una redefinición del papel de los territorios y de las unidades de base para lograr la aparición de un poder ciudadano constituyente. En este sentido, existen propuestas para una reterritorialización en el que las comunidades locales devienen los cimientos de la construcción de la gobernanza mundial, así como algunos intentos de construir Asambleas Ciudadanas.

  • Expansión de los aparatos normativos y mundialización de las instituciones

El imparable proceso de la mundialización implica, entre otras cosas, la producción de más y más reglas a escala mundial. Sin embargo, Jan Aart Scholte afirma que estas transformaciones son insuficientes respecto a las necesidades, "estamos asistiendo a una expansión sin precedentes del cuerpo normativo que rige las jurisdicciones mundiales. Sin embargo, esta gobernanza mundial sigue siendo débil en conjunto respecto a las necesidades de la política pública mundial. Las carencias en materia moral, de fundamentos jurídicos, de suministro material, de reconocimiento democrático y de dirigentes carismáticos han creado un déficit de legitimidad de los regímenes existentes."

A otro nivel, hay una mayor necesidad de formación de un mayor número de redes e instituciones en todos los temas, que operan a escala planetaria. Existen propuestas y experiencias en este sentido que conciernen a los partidos políticos; a los sindicatos;​ a las administraciones regionales; y a los parlamentarios de los Estados soberanos.

  • Necesidad de debate sobre el texto y los objetivos de la gobernanza mundial

Una condición para la construcción de una gobernanza mundial democrática debe ser el desarrollo de espacios públicos para el diálogo acerca de la formulación jurídica de la organización de la gobernanza mundial y la puesta en común de sus objetivos.

Esta formulación podría adoptar la forma jurídica de una Constitución Mundial. Según Pierre Calame y Gustavo Marin "Una Constitución Mundial, surgida de un proceso de establecimiento de una comunidad global, servirá como una referencia común para establecer una jerarquía de derechos y obligaciones aplicables a los organismos de las Naciones Unidas y otras instituciones multilaterales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, y la Organización Mundial del Comercio."

En cuanto a la formulación de objetivos, la sin duda necesaria, pero al mismo tiempo insuficiente ambición de los objetivos del milenio de Naciones Unidas, como programa para la preservación de la humanidad y el planeta, así como, sobre todo, las enormes dificultades de su aplicación, son un ejemplo de iniciativas institucionales que no reciben el apoyo popular necesario, porque la participación ciudadana fue inexistente a lo largo de su proceso de elaboración.

Por otra parte, esta constitución mundial "debe señalar con claridad un número limitado de objetivos fundamentales que sustenten la gobernanza mundial y orienten la acción común de las agencias de la ONU y de las instituciones multilaterales, de forma que el papel específico de cada una se subordine a la consecución de estos objetivos comunes".

Pierre Calame propone los siguientes objetivos:

  1. La creación de condiciones para el desarrollo sostenible
  2. La reducción de las desigualdades
  3. El establecimiento de una paz duradera y respetuosa de la diversidad."

  • Reforma de las Instituciones Internacionales

¿Son capaces las Naciones Unidas de soportar la pesada carga de la gestión de los grandes problemas del planeta? Concretamente, ¿está la ONU en condiciones de reformarse para asumir esa carga? En tiempos de una crisis financiera, la de 2008, que es motivo de reflexión, así como lo fueron los desastres climáticos de los años anteriores, sobre un futuro imprevisible fruto de una desastrosa gestión humana, ¿se pueden reformar las instituciones financieras internacionales para cumplir con su mandato original de asistencia financiera a los países necesitados?

La falta de voluntad política y ciudadana en el plano internacional es también una causa que provoca el actual secuestro de las instituciones internacionales por parte de la agenda neoliberal, incluidas las instituciones financieras (Banco Mundial, FMI) y el GATT (Acuerdo General sobre Comercio y Aranceles), rebautizado como Organización Mundial del Comercio (OMC). Pierre Calame repasa su historia. Joseph E. Stiglitz afirma por otro lado que "la función de instituciones internacionales como el FMI, el Banco Mundial y la OMC nunca había sido tan necesaria, pero la confianza que reciben nunca había sido tan mínima."

Uno de los aspectos más importantes de la reforma de las Naciones Unidas es el problema de la representatividad en la Asamblea General. En la Asamblea, que funciona sobre el principio de "un Estado un voto", estados con un tamaño extremadamente desigual tienen el mismo peso en la votación, lo que distorsiona la representatividad y hace perder toda credibilidad. En consecuencia, la Asamblea General ha perdido toda capacidad real de influencia. Como resultado de ello, son las instancias de acción o de concertación de los países ricos las que toman las decisiones."

Gustave Massiah se manifiesta en favor de definir y aplicar una reforma radical de esta institución. El autor propone una reorganización que sea la base de una democracia mundial y la construcción de un contrato social mundial, basada en el respeto y la garantía de los derechos, tanto civiles como políticos, económicos, sociales y culturales, así como del lugar estratégico que corresponde al derecho internacional.

En un principio el ámbito temático de la gobernanza global puede contener temas heredados de la geopolítica o de la teoría de las relaciones internacionales (por ejemplo, paz, defensa, geoestrategia, diplomacia, relaciones comerciales ...), pero a medida que la mundialización se consolida, y que el número de interdependencias aumenta, la escala mundial deviene protagonista indispensable de un mayor número de temas. He aquí algunos ejemplos:

"La crisis causada por el carácter acelerado y probablemente irrevocable del impacto de las relaciones humanas sobre la naturaleza, requiere de respuestas colectivas por parte de los gobiernos y de la ciudadanía. La naturaleza ignora las barreras sociales y políticas y la dimensión global de la crisis anula los efectos de cualquier medida adoptada unilateralmente por un gobierno estatal o por una institución sectorial, independientemente de su mayor o menor poder.

El cambio climático, la contaminación oceánica y atmosférica, el riesgo nuclear y el de la manipulación genética, la reducción y la extinción de los recursos y de la biodiversidad, y sobre todo un modelo de desarrollo que a escala mundial es todavía en gran medida inmune a cualquier cuestionamiento, son ejemplo de las formas diversas en que este impacto acelerado y probablemente irrevocable se manifiesta.

Este impacto es el factor, en el contexto de la globalización, que más pone en tela de juicio el sistema de estados que compiten entre sí con tal de excluirse mutuamente: entre los diversos ámbitos de la gobernanza global, la gestión del medioambiente es el que requiere con más urgencia respuestas a la crisis, en forma de acciones colectivas llevadas a cabo por el conjunto de la comunidad humana. Estas acciones deberían ayudar al mismo tiempo a modelar y fortalecer la construcción progresiva de esta comunidad."

Respecto a las propuestas, cabe preguntarse cómo una acción colectiva en materia medioambiental es posible. Una serie de acuerdos ambientales multilaterales han ido apareciendo desde hace treinta años, pero su aplicación sigue siendo difícil. También cabe cuestionarse sobre la creación de una organización internacional que centralice estas cuestiones de protección internacional del medioambiente, del tipo Organización Mundial del Medio Ambiente (OMMA).

El programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente pueden desempeñar este papel, pero se trata de una pequeña estructura de funcionamiento y un mandato poco operativo. Dos campos se oponen sobre estas cuestiones: La Unión Europea y, en particular Francia y Alemania, y algunas organizaciones no gubernamentales, están a favor de la creación de una OMMA, el Reino Unido, los Estados Unidos y la mayoría de los países en desarrollo prefieren centrarse en las iniciativas voluntarias.

El Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible propone un "programa de reforma" de la gobernanza medioambiental mundial. El principal argumento es que parece existir un consenso tácito, pero poderoso en cuanto a cuáles deberían ser los objetivos del sistema de gobernanza medioambiental a nivel internacional. Estos objetivos incluyen un liderazgo de calidad; situar el conocimiento en la base de una política medioambiental sólida; una cohesión y una coordinación eficaces, una buena gestión de las instituciones que forman el sistema de gobernanza medioambiental y, finalmente, la difusión de las preocupaciones y las acciones medioambientales en otros ámbitos de la política y la acción internacional.

Una vez más, con la crisis financiera de 2008, el mito del mercado capaz de corregir por sí sólo sus propias disfunciones financieras graves se evaporó, así como la supuesta independencia de la economía. Las instituciones financieras internacionales no han podido resolver las fallas fundamentales del mercado, y continúan siendo organizaciones opacas y poco democráticas.

La economía de mercado es incapaz, por sí sola, de satisfacer las necesidades de la población. Sin regulación y sin asunción de las externalidades medioambientales y sociales, el capitalismo liberal se está convirtiendo en una máquina loca que produce más riqueza concentrada en pocas manos, y conduce a la comunidad mundial a la explosión y el caos. No se trata de cuestionar la capacidad productiva del sistema, sino la ausencia de redistribución, como consecuencia de una formidable y escandalosa ausencia de determinación política y ciudadana para transformar las reglas del juego

Sin embargo, la búsqueda de soluciones comienza a substituir, en el mundo académico, al debate sobre las deficiencias, lo cual es un paso adelante. Por ejemplo Tubiana y Severino afirman que "la redefinición doctrinal de la cooperación internacional entorno al concepto de bienes públicos (...) permite la superación del estancamiento en las negociaciones internacionales sobre el desarrollo, siendo que la percepción de intereses comunes pueden impulsar una solidaridad internacional que parece apagarse.

Por su parte, Stiglitz considera que "algunos bienes públicos mundiales deberían ser producidos y distribuidos a la población, pero no lo son, y algunas externalidades globales deberían ser tenidas en cuenta, pero no lo son. (...) sin embargo, la escena internacional se usa a menudo para encontrar soluciones a problemas que no tienen relación con todo ello y que los actores de estas instituciones intentan gestionar de forma opaca y secreta, todo lo cual simplemente no sería posible de llevar a cabo en el marco de una democracial nacional.

En cuanto al comercio internacional, Susan George afirma que "en un mundo racional, sería posible construir un sistema comercial al servicio de los pueblos del Norte y del Sur. Bajo este sistema, la deuda aplastante de los países del Tercer Mundo, y las políticas devastadoras de ajuste estructural aplicadas por el Banco Mundial y el FMI hubieran sido impensable, aunque el sistema no hubiera abolido el capitalismo.

La construcción de una gobernanza mundial responsable que permita adaptar la organización política de la sociedad a la mundialización, implica la formación de una legitimidad política democrática en todas las escalas del territorio (local, estatal, regional, mundial).

Para que esta legitimidad tenga lugar, hace falta repensar y reformar, al mismo tiempo:

  • La nebulosa compuesta por las diversas organizaciones internacionales, en gran parte heredados de las secuelas de la Segunda Guerra Mundial: se necesita un sistema de organizaciones internacionales con más recursos y capacidades, más transparente, más justo y más democrático;
  • El sistema de Westfalia, la naturaleza misma de los Estados y su función en relación con otras instituciones, así como las relaciones entre ellos: los Estados deben compartir parte de su soberanía con instituciones y organismos de otras escalas del territorio y, al mismo tiempo, unos y otras deben emprender un proceso importante de profundización democrática y de responsabilidad organizacional.
  • El significado de la soberanía ciudadana en las diferentes escalas de gobierno y el papel de la ciudadanía como protagonista de la política: hace falta repensar el sentido de la representación y de la participación política, y plantar la semilla de un cambio radical de conciencia que permita avanzar hacia una situación en la que la ciudadanía juegue, en la práctica, el papel principal en todas las escalas.

La problemática política de la gobernanza mundial se ha abordado con mayor detalle en la sección Problemas de la gobernanza mundial y principios de la gobernanza.

La forma e intensidad de los conflictos armados ha cambiado desde la caída del Muro de Berlín en 1989. Los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, las guerras en Afganistán e Iraq, los atentados sistemáticos ponen de manifiesto, entre otras cosas, que los conflictos pueden ser mortales, no sólo directamente para las partes beligerantes, sino también para el resto del mundo. Los dirigentes belicista de algunas grandes potencias, comenzando por la mayor, los Estados Unidos, han hecho de la guerra, y tal vez continuarán a hacerlo, su medio predilecto de resolución de conflictos. Pero es probable que las redes islamistas integristas continúen a lanzar nuevos ataques en Estados Unidos, Europa, África y Asia.

Al mismo tiempo, las guerras civiles siguen produciéndose especialmente en las regiones fuera de la ley, como África oriental y central y el Oriente Medio. Estas zonas y otras seguían profundamente inmersas en situaciones de crisis, obstruidas por regímenes autoritarios, y sectores enteros de su población sobreviviendo en condiciones miserables. Las guerras y los conflictos a las que nos enfrentamos tienen muchas causas: desigualdades económicas, conflictos sociales, sectarismo religioso, disputas territoriales, control de los recursos clave como el agua y la tierra. En todos los casos, lustran una crisis profunda de la gobernanza mundial.

Por último, el ambiente bélico que resulta de estas acciones impregna las relaciones internacionales de un nacionalismo competitivo y contribuye, tanto en los países ricos como en los pobres, a aumentar los presupuestos militares y drenar grandes sumas de fondos públicos hacia la industria de armamentos y la innovación científica con fines militares, y contribuir al mismo tiempo a una mayor inseguridad global. Se trata de enormes sumas de las que sólo una parte sería suficiente para resolver de una vez por todas el problema de las necesidades básicas de la población mundial y reducir drásticamente las causas que conducen a las guerras y al terrorismo.

Andrée Michel afirma que "no sólo la carrera de armamentos continúa imparable, sino que además es el método más segura en manos de los países occidentales para mantener su hegemonía sobre los países del sur. Tras el colapso del bloque del Este, se ha desarrollado una estrategia de manipulación de las masas mediante la invención de un enemigo permanente (papel jugado actualmente por Irak, Irán, Libia, Siria y Corea del Norte) y mediante la alimentación del miedo y el odio hacia los demás como medio de justificar la perpetuación del Complejo Industrial Militar (CMI) y la venta de armas." El autor recuerda que "los cinco grandes de la ONU con derecho a veto, son responsables del 85% de las ventas de armas en el planeta."

Las propuestas para la gobernanza de la paz, la seguridad y la resolución de conflictos se encuentran en primer lugar en el campo de la prevención de las causas de los conflictos, ya sean económicos, sociales, religiosos, políticos, territoriales, etc. Para ello, primero se deben dedicar más recursos a mejorar la vida de las personas (salud, vivienda, alimentación, trabajo ...) y a la educación, incluida la educación en los valores de la paz, la justicia social y la unidad y la diversidad como dos caras de la misma moneda que representa la aldea global.

Estos recursos para la paz puede obtenerse de la limitación o reducción de los presupuestos militares que han aumentado en los últimos años, y este proceso puede ir acompañada de planes de desarme mundial y de reconversión de las industrias de armamentos que impliquen de forma proporcional a todos los países incluido las grandes potencias. Pero desgraciadamente el giro belicista de la última década ha marginado cualquier proyecto de desarme mundial, incluido en los debates de la sociedad civil, a la categoría de objetivos a largo plazo o incluso a la categoría de proyectos utópicos. Esta es una derrota para la causa de la paz y la humanidad, pero aun está lejos de constituir una derrota definitiva.

En cuanto al papel de las instituciones internacionales en la resolución de los conflictos armados, pequeñas unidades de despliegue rápido podrán intervenir en la región correspondiente, con un mandato exclusivo de un sistema de Naciones Unidas refundado y democrático, o por defecto por las autoridades regionales competentes como la Unión Europea. Estas unidades pueden estar compuestas "a la carta" para cada conflicto, por ejércitos de varios países, como fue el caso de la FINUL en el conflicto israelo-libanés de 2006. A cambio, ningún ejército nacional será autorizado a intervenir unilateralmente fuera de su territorio sin un mandato de la ONU o regional.

Por último, otra cuestión que merece ser tratada es la de las condiciones legítimas del uso de la fuerza y de la conducta durante la guerra. Jean-René Bachelet intenta responder con una conceptualización de la ética militar que esté en consonancia con la exigencia del "principio de humanidad". El autor define este principio así: "todos los seres humanos pertenecen a una humanidad común y todos tienen derecho al respeto de su vida, su integridad y su dignidad."

La ausencia de una voluntad firme para construir una gobernanza mundial cuyo objetivo sea la satisfacción de las necesidades de la población y la justicia social, ha dejado el campo abierto desde mediados de los años 1990 a otra agenda, la de la OMC para la liberalización de los bienes y servicios públicos relacionados con la cultura, la ciencia, la educación, la salud, la materia viva, la información y la comunicación. La realización de esta agenda fue en parte impedida gracias a la acción del movimiento altermundialista desde los acontecimientos relacionados con el encuentro de Seattle en 1999, y a un nivel totalmente diferente y probablemente más decisivo a medio y largo plazo, por el rápido crecimiento de las de las prácticas colaborativas en Internet. Sin embargo, sin un amplio apoyo político o ciudadano y sin medios suficientes, la sociedad civil no ha sido capaz de momento de desarrollar y divulgar planes alternativos integrales para el conjunto de la sociedad a escala mundial, aunque existan muchas propuestas y experiencias, más o menos exitosas, para construir un mundo más justo, responsable y solidario, en todos los ámbitos.

Los bienes y servicios públicos concernidos pertenecen a la categoría de los que se multiplican cuando se comparten: el conocimiento, la inteligencia, la experiencia. Por lo tanto, estos bienes deben organizarse según una lógica de mutualización (distribución libre y gratuita) y no según una lógica mercantil que intenta limitar su desarrollo en beneficio exclusivo de los más ricos y poderosos siguiendo, en consecuencia, una lógica autodestructiva.

Respecto a la ciencia, "la investigación se rinde cada vez más a las exigencias de los mercados financieros: mercantilización del saber y el conocimiento, flexibilidad y la precariedad del personal investigador, contratos de objetivos y rentabilidad al servicio de intereses privados, sumisión a la competitividad y a la concurrencia. Las orientaciones y los cambios ocasionados en el ámbito de la investigación en las dos últimas décadas la alejan radicalmente de sus funciones iniciales (producción de saber y conocimiento, preservación de un contexto independiente), sin por ello cuestionar sus objetivos actuales y futuros. La humanidad afronta crisis y problemas a causa o a pesar de este progreso: la pobreza y el hambre continúan sin ser combatidas, la proliferación de armas nucleares no se detiene, las catástrofes medioambientales se multiplican, la injusticia social aumenta, etc.

La mercantilización neoliberal favorece los intereses de los laboratorios farmacéuticos en lugar de los de los enfermos, los de las empresas agroalimentarias en lugar de los de agricultores y consumidores. Las políticas públicas de investigación han servido solamente para acompañar ese proceso de "recuperación" económica en la que los resultados de la investigación son juzgados cada vez más en función de los mercados financieros. El sistema de patentado sistemático del conocimiento y de la materia viva se impone así en todo el planeta mediante los acuerdos de la OMC de 1994 sobre la propiedad intelectual. Hoy en día, en muchos ámbitos, son las empresas privadas las que orientan la investigación."

A escala mundial, "las instituciones de carácter sectorial corren el riesgo también, a cualquier nivel, de justificar su acción según el consejo de cuerpos técnicos que se dotan de referencias propias y razonamientos autoinclusivos. Esta lógica pude ser observada tanto en la "comunidad de patentes" que promueve el patentado de la materia viva, como en las instancias que controlan la energía nuclear. Este enfoque sectorial es aún más peligroso por el hecho de que las comunidades de expertos en todos los ámbitos técnicos y jurídicos complejos, están cada vez más dominadas por grandes grupos económicos que financian la investigación y el desarrollo.”

En contrapartida, existen varias experiencias innovadoras en el campo de la ciencia, como las cláusulas de conciencia, las conferencias de consenso, como herramienta de la democratización del sistema de producción; las "Science shops"; y la "Investigación de base comunitaria". Además, los científicos comprometidos se organizan cada vez más a escala mundial

La mercantilización penetra también en el ámbito de la educación mediante restricciones presupuestarias graves que afectan a la calidad de la enseñanza como servicio público. El dossier de la revista Global Future Online nos recuerda que "a medio camino del objetivo de 2015 (n. a. en el contexto de los objetivos del milenio), el abismo sigue siendo enorme: 80 millones de niños (de los cuales 44 millones de niñas) no van a la escuela, y la exclusión de los grupos marginados es cada vez mayor (26 millones de discapacitados y 30 millones de niños afectados por diversos conflictos). Aunque el acceso universal a la educación es fundamental, debe ir además acompañado de una mejora en los resultados del aprendizaje, especialmente en la alfabetización y las competencias básicas esenciales para la reducción de la pobreza".

Más allá del proceso de universalización del sistema educativo actual, otro tema abierto es el de su mejora y adaptación a la rapidez de los cambios en un mundo complejo e imprevisible. Para ello, Edgar Morin afirma que hace falta "repensar la organización del conocimiento (...) romper las fronteras tradicionales entre las disciplinas y concebir la forma de unir de nuevo lo que actualmente está separado". El informe preparado por Morin para la UNESCO contiene "siete principios para la educación del futuro" entre los cuales la lucha contra el erro y la ilusión que parasitan el comportamiento y el espíritu humano; los principios de un conocimiento pertinente, es decir de una forma de pensar que sirva para distinguir y para enlazar; la enseñanza de la condición humana; la enseñanza de la identidad planetaria; la conciencia de las incertidumbres humanas y científicas y el aprendizaje de estrategias para afrontarlas; la enseñanza de la comprensión de sí mismo y de los demás; y la ética del género humano.

Por último, el crecimiento exponencial de nuevas tecnologías y especialmente de Internet, ha sido acompañado durante la última década por el desarrollo de una auténtica comunidad mundial de producción e intercambio de bienes que está cambiando para siempre el paisaje de las industrias de la cultura, la edición, la música y los medios de comunicación, entre otros, y que influyen en el comportamiento social de un número cada vez mayor de personas, así como en las pautas de organización de las instituciones , las empresas y la sociedad civil. Más allá de las comunidades peer-to-peer y de los proyectos de elaboración colectiva del conocimiento, tales como Wikipedia, que implican a millones de usuarios en todo el mundo, hay aspectos aún más innovadores, tales como los tipos de propiedad alternativos a la propiedad privada como los Creative Commons, así como la práctica de la ciberdemocracia y la posibilidad real de desarrollarla a escala sectorial, regional y mundial.

No se puede hablar todavía de visiones de los actores de manera generalizada, aunque, igual que en el caso de las regiones, el interés por la gobernanza mundial está creciendo y vamos a asistir, sin duda, en los próximos años, a posicionamientos por parte de diferentes tipos de actores y de sectores sociales más o menos organizados internacionalmente.

  • Parlamentarios

El Foro Parlamentario Mundial, que reúne libremente a parlamentarios de todos los estados y que tiene lugar cada año en paralelo al Foro Social Mundial, se ha reunido por sexta vez en Caracas en 2006 y ha producido una declaración que contiene un conjunto de propuestas que manifiesten su punto de vista sobre los cambios que se consideran necesarios.

  • Militares

La "Alianza de los militares" es un espacio "de expresión y de intercambio de ideas y de puntos de vista sobre temas diversos relacionados sobre la seguridad y la estabilidad" cuyo objetivo es "llevar a cabo una reflexión sobre las cuestiones de seguridad y de defensa, así como sobre las formas de promocionar una "consciencia de defensa y de seguridad" entre los ciudadanos que les permita comprender mejor los riesgos y las oportunidades inherentes a las relaciones internacionales en un mundo en vías de globalización, y de participar activamente en la definición de las condiciones para asegurar estas relaciones y la paz". Los miembros de la alianza son militares así como personas interesadas sobre los temas de seguridad humana.

Algunas asociaciones miembros de la "alianza de los militares" han creado una Carta para la promoción de una "Consciencia Europea de Seguridad y de Defensa"(CESD) ».

La libertad de reflexión de los actores no estatales les da la oportunidad de desarrollar un verdadero pensamiento alternativo sobre los temas de la gobernanza mundial, pero éstos todavía no han aprovechado nada, o poco, esta oportunidad.

Según Pierre Calame, "los actores no estatales siempre han desempeñado un papel vital en las regulaciones mundiales, pero su papel se espera que crezca considerablemente durante los primeros años del siglo XXI. Los actores no estatales juegan un papel motor en la gobernanza mundial en muchos ámbitos. Para comprender y desarrollar mejor el papel de los actores no estatales hace falta analizarlo a la luz de los principios generales de la gobernanza (...) Los actores no estatales se sitúan, por´su vocación, su tamaño, su flexibilidad y su modo de organización, al mismo nivel que los estados, lo que no significa sin embargo que su acción sea más adaptada.

Varios actores han elaborado listas de propuestas para una nueva gobernanza mundial más responsable, justa, solidaria, articulada y respetuosa de la diversidad del planeta. Entre ellos:

Joseph E. Stiglitz propone una lista de las reformas sobre la organización interna y el papel de diversas instituciones internacionales en el marco de la gobernanza mundial. Trata también los temas de la fiscalidad global, de la gestión de los recursos mundiales y del medioambiente, de la producción y la protección del conocimiento mundial, y de la necesidad de una infraestructura jurídica mundial. (...)

Existen además otras propuestas, publicadas en el cuaderno de propuestas para la gobernanza mundial: materializar el principio de responsabilidad; aumentar la implicación de la sociedad civil en la formulación y en la aplicación del derecho internacional; mejorar la implicación de los parlamentos nacionales en la elaboración y aplicación del derecho internacional; reequilibrar, en beneficio del Sur, las modalidades de negociación y de aplicación del derecho; acelerar la creación de conjuntos regionales; extender y precisar la noción de bien común; distinguir los poderes de propuesta y de decisión para reconstruir las Naciones Unidas; Desarrollar sistemas independientes de vigilancia, alerta y evaluación; diversificar y estabilizar las bases financieras de la acción colectiva internacional; emprender un amplio proceso de consulta, un nuevo Bretton Woods para las Naciones Unidas.

Otro ejemplo de lista de propuestas es el siguiente:

  • "La seguridad de la sociedad y su correlación con la necesidad de reformas mundiales – Una economía gestionada y basada en el derecho, orientada hacia la estabilidad, el crecimiento, el pleno empleo y la convergencia Norte-Sur;
  • Igualdad de derechos para todos, lo cual supone el establecimiento de una lógica de redistribución a escala mundial;
  • Erradicación de la pobreza en todos los países;
  • Desarrollo sostenible a escala mundial como imperativo indispensable de la formulación de políticas en todas las escalas;
  • Afrontar las raíces de la lucha contra el terrorismo y la delincuencia;
  • Instituciones internacionales coherentes, eficaces y plenamente democráticas;
  • Una Europa que comparta su experiencia de respuesta a los desafíos de la mundialización y establezca verdaderas estrategias de partenariado en el marco de un nuevo multilateralismo."

El Dr. Rajesh Tandon, presidente del FIM (Foro Internacional de Montreal) y presidente de PRIA (Investigación Participativa en Asia), preparó, para la conferencia denominada "Democracia global: visiones y estrategias de la sociedad civil (G05)" un documento-marco llamado "democratización de la gobernanza mundial, en la que presentó cinco principios en que podrían basarse las acciones de la sociedad civil:

  • " Las instituciones y la agenda mundiales deben estar sujetos a una rendición de cuentas democrática.
  • La política democrática a nivel mundial requiere una legitimidad de control popular por intermediario de mecanismos de representación directa.
  • La participación ciudadana en la toma de decisiones a nivel mundial requiere una igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos del mundo.
  • La democratización de la toma de decisiones en todas las escalas debería estar apoyada conjuntamente por las instancias que corresponden a estas escalas (local, provincial, nacional, regional y mundial).
  • La democracia mundial debería garantizar que todas las riquezas públicas mundiales sean accesibles de forma equitable a todos los ciudadanos del mundo"

NOTA

JUAN FRANCISCO MARTÍNEZ ORTIZ*, CRUZ DE MÉRITO Y MEDALLA CONMEMORATIVA DE LA CRUZ DE DISTINCIÓN DE LA DIADEMA REAL DE MARINA; DOCTOR OF COMMUNITY DEVELOPMENT, HONORIS CAUSA; DOCTOR EN HUMANITARISMO, HONORIS CAUSA.

*GLOBAL GOVERNANCE DIPLOMA Y PROFESSIONAL CERTIFICATE IN LITERATURE REVIEW PROCESS AND STRUCTURE; PROFESSIONAL CERTIFICATE IN RESEARCH PHILOSOPHY AND PRINCIPLES.

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