MAGNATES Y NOBLES
El término «magnate» deriva de la palabra latina, magnātes (plural de magnas), que significa «gran persona» o «gran noble», aunque es de notar que la etimología de la palabra «magnate» no tiene nada que ver con su significado actual.
Dependiendo de la clasificación en su trayectoria o carrera profesional (en caso de que la hubiere) también son llamados oligarcas, rentistas, especuladores, zares, moguls, taipans, BARONES, inversores, o tycoons.
El noble es quién ostenta la condición o el título de nobleza, que constituyó desde la antigüedad una alta dignidad, y posteriormente un concepto «socio-grupal».
En la Edad Media y en el Antiguo Régimen, era uno de los tres estamentos junto con el clero y el tercer estado. Su carácter preponderante fue prácticamente abolido en la esfera política, ante el cuestionamiento de la legitimidad de su dominio y frente al argumento de la Ilustración.
Su influencia se mantuvo aún después de las revoluciones burguesas y proletarias, no obstante las permanentes presiones por eliminar una distinción introducida entre seres humanos esencialmente iguales.
España.
En España, se refiere a las familias nobles creadas durante las Cruzadas ibéricas o la Reconquista, comenzando con Pelayo en el Reino de Asturias en el siglo VIII y Carlomagno en la Marca Hispánica a principios del siglo IX.
En particular, hidalgos de sangre (en virtud de linaje) son "aquellos para los que no hay memoria de su origen y no se tiene conocimiento de ningún documento que menciona una concesión real, cuya oscuridad es universalmente elogiada, incluso más que aquellos nobles que conocen de otro modo su origen".
Un famoso, aunque ficticio, ejemplo de un hidalgo de sangre es Don Quijote, cuya nobleza fue descrita en la novela como muy conocida e inmemorial, aunque no le concedía a Don Quijote ningún beneficio material que no fuera la exención del pago de impuestos.
En España, la pertenencia a la nobleza es todavía valorada como una distinción social para algunas personas, pese a tener un significado legal meramente simbólico.
Francia.
En Francia, estas familias son, en primer lugar, los descendientes por línea paterna y legítima de los primeros duques de Borgoña, Normandía, Gascuña y Aquitania, y de los condes de Anjou, Blois, Bretaña, Champagne, Flandes y Toulouse, y en un segundo lugar, de los condes de Angoulême, Bigorre, Cominges, Foix, Forez, Perigord, Ponthieu, Rouergue y Vermandois, y los vizcondes de Limoges, Turena, Béarn, Béziers y Carcassonne, y los señores de Borbón, Coucy y Beaujeu. Esta nobleza ni se otorga ni se puede acceder a ella.
Irlanda.
En Irlanda, las familias nobles pueden, con pocas excepciones, rastrear su ascendencia por lo menos hasta el siglo IV d.C., con sus genealogías extendiéndose aún más atrás, pero ya entrando en el reino de la mitología. Los más famosos son los Uí Néill, descendientes de Niall de los Nueve Rehenes, en el norte de Irlanda, y en el sur de la Eóganachta.
Los títulos irlandeses son los nombres de los septs (divisiones de clanes) en sí mismos, como O'Conor Don, MacDermot de Coolavin, O'Neill de Clanaboy, O'Donnell de Tyrconnell, O'Kelly de Gallagh y Tycooly, O'Toole de Fer Tire, O'Donovan de Clancahill, O'Donoghue de los Glens, McGillycuddy de los Reeks, O'Callaghan de Duhallow y O'Brien de Thomond.
Hay una veintena de estas nobles familias irlandesas que permanecen, aunque menos de los títulos, quizá la mitad, han estado en uso continuo desde el siglo XVII.
En lo que hoy es Escocia, la antigua nobleza es en realidad muy poca, aunque muchas familias hacen reclamos. Los únicos verificables sólo son unas cuantas familias de las islas occidentales, que no formaban parte de Escocia cuando aparecieron por primera vez. Los más conocidos son los extensos Clann_Somhairle, Halla el don que significa de origen noble hoy, representados por el High Chief del Clan Donald.
Norte de Europa.
En Alemania y Escandinavia, donde los registros no se mantuvieron hasta hace relativamente poco, el año límite es 1400 d. C.
La nobleza que puede rastrear su ascendencia noble al menos hasta el año 1400 se conoce como Uradel.
Reino Unido.
En Inglaterra, el umbral para ser considerado un noble inmemorial sería el año 1189, el tradicional tiempo inmemorial. Sin embargo, en la nobleza de Inglaterra, el más antiguo título es el del barón de Ros, creado como Par hereditario en 1264.
Rusia.
En la Rusia Imperial, existía una categoría similar llamada древнее дворянство ("Antigua nobleza"). No tenía un año establecido, pero requería trazar su linaje a partir de Riúrik de Novgorod (Rurikidas) o Gediminas de Lituania (Gediminidas).
Es la nobleza real, ya que el resto de los tipos de nobleza se refiere a personas que adquirieron los títulos de nobleza por concesión de un Soberano.
Nobleza de privilegio: la que concedía el monarca de cada nación o Estado como recompensa de servicios prestados al Estado o acciones gloriosas, pudiendo ser personal o transmisible.
Personal, cuando se concede únicamente a un sujeto para que de ella goce mientras viva y desaparece con su fallecimiento.
Transmisible, cuando la tenencia es para la persona a quien se otorga y para sus descendientes de forma que pasa a todos los grados en línea recta de varón en varón.
Nobleza de sangre: nobleza heredada de los mayores, es decir la que viene por linaje. Cuando esta nobleza se lleva transmitiendo desde tiempos anteriores a los registros existentes, también se denomina nobleza inmemorial (es sentido amplio). Es el caso de la mayoría de hidalgos, que disfrutaban de su rango sin precisar de documento de concesión o carta ejecutoria de hidalguía.
Otro criterio es el que distingue a:
Alta nobleza, los grandes de España o pares de Francia y los títulos (duques, marqueses, condes).
Baja nobleza, que en España está representada por los hidalgos, escuderos, infanzones, etc., que únicamente disfrutaban de su condición privilegiada, pero no tenían por qué tener rentas para sostener un modo de vida compatible con tal condición.
La condición de señor de un señorío o feudo, dependiendo del tamaño o riqueza de éste, normalmente daba los recursos necesarios para mantener una forma de vida compatible con la nobleza: es decir, el no trabajar.
El grado de caballero, que normalmente coincidía con la pertenencia a una Orden Militar u Orden de Caballería, podía proporcionar rentas suficientes o no (había caballeros de mogollón, a los que había que mantener en la sede de la orden).
Otras situaciones por las que un noble podía adquirir rentas que le permitieran acceder a la alta nobleza eran la posición en la Corte —nobleza cortesana—, o en la guerra. La función militar de la nobleza fue muy importante en la Edad Media y en la Edad Moderna, al ser considerada la contraprestación que los nobles debían a la sociedad a cambio de mantener su estatus social y económico privilegiado.
En España, a finales del siglo XVI la nobleza comenzó a perder su vocación guerrera, dejando los cargos militares en manos de mercenarios, mientras en otros países la nobleza seguía jugando un papel importante en el ejército.
En el siglo XVIII se reformó el ejército español para tratar de volver a otorgar los altos cargos militares a los nobles.
Finalmente, en el siglo XIX desaparecieron los requisitos de nobleza.
Hay pruebas para demostrar la pertenencia a la nobleza en España que son las siguientes (seguro hasta principios siglo XX):
El título de su concesión.
Prueba de posesión local acreditando que el pretendiente y su padre han estado en posesión de hijodalgo por espacio de 20 años y en su virtud se le manda guardar la posesión de hijodalgo en la localidad en donde vive solamente denominado hidalgo de gotera o de canales adentro que significa que saliendo del lugar ya no lo es.
Prueba de posesión general en que se ha demostrar de tres personas, el del pretendiente, su padre y su abuelo por igual tiempo de veinte años cumplidos y continuos y al que lo probare se manda amparar en la posesión de la hidalguía que le ha de ser guardada generalmente pero no se le declara hidalgo en propiedad, porque este litigio se conserva al procurador fiscal y al concejo del pueblo para que sigan su derecho y, si estos vencen después, se manda despojar de la posesión al pretendiente.
Prueba de propiedad posesoria que se consigue probando la del pretendiente, padre y abuelo y la prueba de la inmemorial y se pide ejecutoria y se declara hijodalgo al pretendiente imponiendo perpetuo silencio a los contradictores.
En la nobleza existían muchas clases y denominaciones que formaban categorías en ellas mismas, conocidas con los siguientes nombres:
Infanzón, denominación bajo la que se agrupa a las distintas clases de nobles no titulados en el Reino de Aragón. Podían ser hermunios o de privilegio.
Hijodalgo o Hidalgo, persona que por su sangre es de una clase noble y distinguida. En el antiguo régimen eran mayoritarios en Cantabria, Asturias, Vizcaya, Guipúzcoa y muy numerosos en Castilla la Vieja y Navarra.
De solar conocido y de devengar 500 sueldos, es decir, de casa más antigua y noble perteneciente a una familia.
Gentilhombre, noble que servía en casa de los reyes.
Escudero, persona de la nobleza generalmente emparentada con una casa ilustre por la que es reconocido y tratado como tal, hidalgo al servicio de una gran casa.
Caballero, hidalgo de calificada nobleza, miembros de las Órdenes Militares, etc.
Ricohombre, el que en lo antiguo pertenecía a la primera nobleza de España.
De pendón y caldera, se trata de ricos hombres de Castilla con privilegios por parte de los reyes en tener como divisa un pendón para movilizar gente y la caldera que los gastos corrían de su cuenta.
Conde, título nobiliario que concedían los reyes y en la Edad Media equivalía a gobernador de una comarca.
Marqués, título nobiliario que corresponde al magnate que estaba al frente de una marca o frontera de su nación.
Duque, título nobiliario que se deriva de los antiguos gobernadores militares (dux).
Archiduque, príncipes de la Casa de Austria.
Infante, los hijos no primogénitos de los reyes de la Península Ibérica, esto es, los hijos de los reyes de Castilla, Aragón, Navarra, Portugal y España.
Vizconde, persona que sustituía al conde.
Barón, título nobiliario de más o menos dignidad según el país de Europa.
Baronet, título hereditario inglés ubicado en la pirámide nobiliaria debajo del Barón pero encima del Caballero.
Nobile, título italiano de nobleza equivalente a Baronet.
Señor, título nobiliario poseedor de estados y lugares.
Príncipe, título que tenía diversas consideraciones según los países:
El Príncipe de Gales es el sucesor a la Corona inglesa, y posteriormente a la británica.
El Príncipe de Asturias es el sucesor a la Corona castellana, y posteriormente a la española. En Francia, Italia y otros países era un título de la alta nobleza.
En el Sacro Imperio, y en las posteriores Confederación Germánica e Imperio Germánico, era una categoría del noble que gobernaba un territorio con funciones análogas a las de monarca. Antes de 1356 tenían el derecho de elegir al Emperador.
Algunos monarcas, especialmente de los Estados pequeños, toman el título de príncipes.
Delfín, título del sucesor de los reyes de Francia desde 1349, anteriormente del noble señor de la región del Delfinado.
Grande de España, individuo de la primera nobleza con importantes rentas y privilegios. Uno de ellos era poder cubrirse ante el rey o en el caso de las señoras sentarse delante de la reina. También eran llamados «primo» por el Rey.
La dignidad de Grande de España, que sucedió a la ricahombría antigua, fue la que gozó de mayores consideraciones y más dignidades. Dichos privilegios eran ralativos al servicio interior de palacio, personas reales, gobierno de la nación, ejércitos, suprema administración de justicia y otras.
Ser Grande de España era como un salvoconducto para aspirar a los cargos más importantes de los distintos reinos en España.
Hoy sigue vigente con un archivo nacional para el reconocimiento, refrendo de TÍtulos Nobiliarios.
Los primeros nobles conocidos durante la Restauración de España fueron conocidos como infanzones, caudillos de las casas fuertes (como fueron Don Pelayo en Asturias, Don García Jiménez en los Pirineos y Don García Íñiguez en Cataluña). Fueron los verdaderos y antiguos solares de la nobleza en España.
Estos primeros nobles conquistaron desde sus fortalezas muchas tierras y despojos con los que se hicieron poderosos. Heredaban estas posesiones los hijos mayores, y los segundos eran pobres llamándose todos infanzones. Posteriormente este nombre se entendió por hijo-dalgo y pertenece ya al romance castellano.
Don Alfonso, en sus leyes, dio el verdadero sentido etimológico a la palabra nobleza al compararla en la lengua castellana con "bien". Por eso fueron llamaron fijos-dalgo que muestra tanto como fijos de bien, es decir, como hijo de hombre que tiene lo que ha de menester y que no es pobre ni vive en estado vil. Los primeros hijos-dalgo fueron aquellos que cuando la tierra se iba conquistando de los moros, salían con armas y caballos suyos a ayudar al rey.
Posteriormente a los más poderosos ricos hombres, dignidad de la misma nobleza que era de mayor valía. De ésta procedieron nuestros actuales grandes de España.
A través el tiempo, estas casas nobles llegaron a adquirir tal consideración que se otorgaron no sólo a los particulares que se habían distinguido, sino a los mismos príncipes de la sangre real.
Este hecho elevó a Felipe V del que se dice, entre otras cosas, que el título de grande de España no sólo se les dio a los nietos legítimos de los reyes de España.
Además se les otorgaba a los hijos y nietos legítimos de los reyes o príncipes, españoles o extranjeros que llegaran a Castilla. De esta forma los príncipes soberanos de Europa no obtenían más grado ni dignidad que la de ricahombría o grandeza.
Esto se justificó en el tiempo del rey don Alfonso X el Sabio cuando se confirman sus privilegios como ricos hombres a las siguientes personas:
Los duques de Brabante y de Borgoña.
El marqués de Monferrato.
El conde de Flandes.
Los vizcondes de Bearne y de Limoges.
Tenían algún reconocimiento a la Corona.
Por esta misma razón, los confirmaban en esos privilegios y con los otros grandes los reyes de Granada, Murcia y Niebla, de Jerusalén, el emperador de Constantinopla y los cuñados del emperador Federico II, etcétera.
En esta época los nobles y grandes de España no sólo alcanzaron una estimación honorífica. También disfrutaron de Estados y señoríos, donde fueron pequeños soberanos.
Se relacionaban unos con otros por su genealogía o contando entre sus ascendientes, nombres ilustres y gloriosos.
En el Memorial del duque de Arcos se dice lo siguiente de algunas casas nobles de España:
Que la casa de Lara que procede de los condes de Castilla, tuvo en España la soberanía de Molina y Albarracín y en Francia el ducado de Narbona. Que el señorío de Lara recayó por sangre en la casa real de Castilla y que aún se pone en los dictados de V.M. el señorío de Molina que fue de esta casa.
Que la casa de Haro obtuvo grandes prerrogativas y de esta casa proceden también las de Mendoza y Ayala, de cuya sangre participaba la casa real.
Que la casa de Velasco, ilustre entre todas las más antiguas de España, procede de Nuño Nuñez Rasura, uno de los jueces de Castilla y descendiente de los reyes Hermenegildo y Recaredo. Y las casas de Acuña y Girón, que unidas produjeron a los duques de Escalonada y Osuna, descienden del infante de Aznar Fruelas, hijo de Fruela II, rey de León.
Que la casa de Moncada prueba, con testimonio de los mismos reyes de Aragón, proceder de los condes soberanos de Barcelona y no sólo se ensalzó por matrimonio con los soberanos de Urgel, Ampurias, Provenza y otros, sino que gozó muchos años el principado de Bearne que recayó por sangre en la augusta casa de Francia.
Que la casa de Toledo, siempre fecunda en líneas y héroes, no sólo se cree procedente de los antiguos reyes godos, sino que tuvo la suerte de que perteneciese su sangre con el estado de Casarrubios, al rey católico por su línea materna, y a V.M. otra vez por la serenísima reina María de Médicis, su tercera abuela, que era nieta de doña Leonor de Toledo, gran duquesa de Toscana.
Por tanto, los grandes y ricos hombres tuvieron una alta consideración en la monarquía de los siglos medios a la que unieron la influencia que les daba su valor personal, sus riquezas y las grandes fuerzas que podían disponer. Y éstas contribuyeron eficazmente a la restauración de la monarquía y a la expulsión de los sarracenos de España.
Posteriormente, fue necesario cortar esta influencia por los perniciosos efectos que se dejaron sentir en los siglos XIII y XIV. Los nobles, dueños de inmensos estados y acaudillando numerosas huestes que los reconocían por sus señores naturales y les respetaban más que al monarca mismo, llegaron a ensoberbecerse hasta el extremo que la Corona tuvo que entrar en vergonzosas transacciones con ellos.
Los monarcas se vieron obligados a dar entrada en las Cortes a los plebeyos, o sea, al estado llano para hacer causa común contra la nobleza porque el monarca veía cercenada su autoridad por la prepotencia de los nobles.
De esta situación de reinados precarios ante la prepotencia de los nobles hay varios ejemplos, algunos de los cuales son los siguientes:
Del reinado de Enrique III que fue a cada paso víctima de la ambición y orgullo de los magnates.
Del reinado de don Pedro el Justiciero tuvo que descargar contra algunos nobles prepotentes todo el peso de su cólera para purgar al país de muchos males que le asolaban ofreciendo en sus personas terrible y ejemplar castigo a la ambición desenfrenada y licenciosa.
Reconquistada la monarquía, los grandes siguieron el impulso que el trono les daba, porque siempre se retrataba la influencia del soberano en los magnates y poderosos que rodean el trono.
Con los Reyes Católicos ayudaron en la conquista de Granada e hicieron expediciones al nuevo mundo.
Con Carlos V, vivieron siempre en campaña participando de sus conquistas, laureles y desaciertos.
Con Felipe II de España, ya no fueron más que cortesanos, empezando su decadencia.
En la época de Felipe IV, la mayoría de los nobles en España se emplearon en galantes aventuras y en intrigas palaciegas.
Desde esa época y en adelante la mayoría de los nobles en España no fueron más que un lujoso adorno del trono y de la monarquía, compuesto de una multitud de títulos nobiliarios que residían y medraban en la Corte para conseguir cargos políticos. Por ejemplo, el de gobernador de una provincia, virreyes en el Nuevo Mundo, etc., y gastaban en ella las rentas que les producían sus estados, muchos de ellos en lastimoso abandono.
NOTA.
JUAN FRANCISCO MARTÍNEZ ORTIZ*, CRUZ DE MÉRITO Y MEDALLA CONMEMORATIVA DE LA CRUZ DE DISTINCIÓN DE LA DIADEMA REAL DE MARINA; DOCTOR OF COMMUNITY DEVELOPMENT, HONORIS CAUSA; DOCTOR EN HUMANITARISMO, HONORIS CAUSA.
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